Él te verde se utiliza hace unos 3000 años y su elaboración es muy delicada. Sus hojas se someten a un proceso de tratamiento térmico que detiene la fermentación de las enzimas, por lo que los componentes vitamínicos y antioxidantes se mantienen intactos.
Estos beneficios se hacen presentes en el aroma anaranjado a mandarina, antesala a este fresco e inconfundible sabor cítrico.